Fuimos hierba cuando nos juntábamos en el parque para volar muy alto en canastillas de madera y metal, tocando con nuestros pies el sol.
¿Ahora dónde estás?
Fuimos risa en cuadernos con anotaciones en los bordes, en papelitos que pasaban de mano en mano, en caramelos partidos a la mitad.
¿Ahora dónde estás?
Fuimos viento y corrimos entre carpetas y salones, para un beso escondido entre las cercas a la hora de las despedidas que nunca terminaban, entrelazados los dedos en un “te quiero”.
¿Ahora dónde estás?
Fuimos piel entrecerrada, perpetua, luminosa, en cada mañana en que despertábamos pensando en cuanto nos amamos, hablando hasta gastar las palabras del universo.
¿Ahora dónde estás?
Fuimos dolor, cuando las ideas se entrecruzaban en el camino de los sueños, cuando los silencios ahogaban los buenos momentos.
¿Ahora dónde estás?
Fuimos lejanía en cada decisión de arrancarle al destino lo que creímos mejor, dejando de lado los columpios, las tarjetas de San Valentín, los desayunos en la cama.
¿Ahora dónde estás?
Fuimos nostalgia en el correr de dos niños en el parque, destrozando la ilusión de olvidar nuestros labios unidos y respirar el uno sin el otro.
¿Ahora dónde estás?
Fuimos atardecer, mustias las manos de tanto bregar en caminos de desamor, crianza, orgullo, lamentos, esperanza y reposada alegría. Nos anhelamos sin vergüenza y en paz.
¿Ahora dónde estás?
Fuimos lo que somos y no hay más, nuestra historia en la historia del perfecto amor, cuando en la tarde de nuestras vidas volvimos a encontrarnos para despedir un pasado.
¿Ahora dónde estás?
Fuimos y seremos eternidad porque estás aquí, a mi lado, para volar juntos hacia el insondable futuro, libres de cadenas, con el corazón joven de nuevo, como cuando en la hierba del parque supimos que nos amaríamos para siempre y jamás.
FIN