¿Dónde estamos?

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Fuimos hierba cuando nos juntábamos en el parque para volar muy alto en canastillas de madera y metal, tocando con nuestros pies el sol.

¿Ahora dónde estás?

Fuimos risa en cuadernos con anotaciones en los bordes, en papelitos que pasaban de mano en mano, en caramelos partidos a la mitad.

¿Ahora dónde estás?

Fuimos viento y corrimos entre carpetas y salones, para un beso escondido entre las cercas a la hora de las despedidas que nunca terminaban, entrelazados los dedos en un “te quiero”.

¿Ahora dónde estás?

Fuimos piel entrecerrada, perpetua, luminosa, en cada mañana en que despertábamos pensando en cuanto nos amamos, hablando hasta gastar las palabras del universo.

¿Ahora dónde estás?

Fuimos dolor, cuando las ideas se entrecruzaban en el camino de los sueños, cuando los silencios ahogaban los buenos momentos.

¿Ahora dónde estás?

Fuimos lejanía en cada decisión de arrancarle al destino lo que creímos mejor, dejando de lado los columpios, las tarjetas de San Valentín, los desayunos en la cama.

¿Ahora dónde estás?

Fuimos nostalgia en el correr de dos niños en el parque, destrozando la ilusión de olvidar nuestros labios unidos y respirar el uno sin el otro.

¿Ahora dónde estás?

Fuimos atardecer, mustias las manos de tanto bregar en caminos de desamor, crianza, orgullo, lamentos, esperanza y reposada alegría. Nos anhelamos sin vergüenza y en paz.

¿Ahora dónde estás?

Fuimos lo que somos y no hay más, nuestra historia en la historia del perfecto amor, cuando en la tarde de nuestras vidas volvimos a encontrarnos para despedir un pasado.

¿Ahora dónde estás?

Fuimos y seremos eternidad porque estás aquí, a mi lado, para volar juntos hacia el insondable futuro, libres de cadenas, con el corazón joven de nuevo, como cuando en la hierba del parque supimos que nos amaríamos para siempre y jamás.

FIN

 

 

 

Contrato

Contrato, Ely M. Cateriano
Contrato, imagen de Ely M. Cateriano, derechos reservados

Quiero redactar un contrato contigo

Para que tus ojos miren al infinito sin que tenga que andarles siguiendo la estela

Que especifique el límite de tu corazón y el mío

Para que en mi cama el recuerdo de tu cuerpo sea una añoranza y no un reto

Un contrato que nos exima a los dos del dolor de la partida

Con clausulas que nos limiten el falso control pero que liberen los sentidos

Numerales con los cuales hacerte llegar a lo máximo del paraíso sin necesidad de cobrarte el

infierno

Tener cien horas libres para escoger cuando tocarnos y no un libro de permisos para cuando

sentir placer

Poder redactar en tu piel en el límite de la pertenecía con el de la libertad absoluta

Asombrarme y encantarme cuando me muestres el deseo y no sentir que me lo debes porque a ti

te pertenezco

Quiero redactar un contrato contigo

Para poder ser yo sin parámetros cuando nos veamos y que seas tú sin cadenas cuando te

despidas

Los besos callados, los secretos mejor guardados, las miradas cómplices, el recordar de nuestros

movimientos, todo en una caja sellada para que no escarben los curiosos

Que cada mañana no seas mi primer pensamiento ni yo el tuyo, porque la vida no se

circunscribe en lo que haces ni dónde estás, sino en lo que sientas cuando estemos juntos

Un acuerdo donde el amor no sea el romanticismo de la plebe ni los celos las llamas que

consuman el sentimiento

Un contrato para ser libres, para estar juntos, para recordar por siempre y estremecer al mundo

Y qué si destruyo al mundo

Dibujo de la artista Ely M. Cateriano
Dibujo de la artista Ely M. Cateriano (Derechos reservados)

Y qué si el amor demolió mi vida, si lloré en vano porque dijeras una palabra al teléfono. Nada cambiará el silencio atrás de una mirada de compasión, esas que matan sin razón, solo por no estar en tu corazón un viernes de enero o una mañana de noviembre en que despertaste con ganas de verme y sí estuve ese miércoles de agosto en que me encontraste así, sin fuerzas para decirte que eras mi ilusión y decirte que no había más para ti en mi cascarón vacío.

Y qué si tuve que andar por largos callejones antes de decidirme por tu corazón, qué le importa a la gente si te perdoné una que otra traición, si abolí el castigo por no buscarme cuando el alma se me perdió o las veces que una carta mía terminó en el piso del salón. A nadie le gusta el sabor a la derrota pero en tus labios a veces cambió de color un desmán, una falta de emoción al contestar, un silencio antes de pedir perdón.

Y qué si nadie entiende los bailes en que estuvimos inventando las palabras con los pies, si corrimos hacia el horizonte lanzando piedras en ríos y ventanas de oscuros sujetos que nunca dijeron un hola o un buen día, que les vaya bien. No existió mejor compañera de juegos que tus alas, las que nos elevaban lejos de todos en medio de la lluvia de regaños por ser tan nosotros y menos ellos y sus erradas maneras de interpretar la felicidad.

Y qué si te esperé suplicante después del trabajo, si me enviaste una carta de mil palabras exactas describiéndome la forma de tu corazón, qué si en esa mañana me agarraste el brazo cuando ya había decidido dejarte o la vez que en medio de una película volteaste y me contaste que soñabas que moríamos juntos en alta definición. Para ser retratados con sombras utilizamos la luz que le quedaba al mundo y nunca nos arrepentimos de ello amor.

Y qué si en el mar nos perdimos días enteros dibujando estelas de estrellas que luego los científicos pusieron nombres, olvidando que tú y yo inventamos la ciencia solo para que no sufrieran intentando descubrir el secreto de nuestro amor. Cada noche que pasé lejos de ti, imponiéndome el castigo de no besarte fue el destruir de mundos, el ocaso de dioses y cosmos, de caricaturas de galaxias y espacios ajenos.

Y qué si llevo por estandarte el símbolo de tu poder, de tu estirpe de ángel que mi soledad consumió porque eso siempre fuiste y serás. Con cada encrucijada antes de perder la fe en volverte a ver siento traspasar mi corazón con las agujas del tiempo, sin poder retroceder, antes siquiera de que ocurra el destino, antes siquiera que estalle al revés, sin siquiera poder conjurar a los hados para que nunca me dejes.

Y qué si no despierto ahora que no estás, luego de verte partir, de sentir que descansas alada y libre en el remanso de la muerte, la cual te acoge mientras intento justificarle a los cielos el castigo de estar vivo sin ti, sin tus besos, sin tus caricias, así tan simple, extrañando sin metáforas tus abrazos, tu aliento por la mañana, el café de la tarde con pasteles, los poemas escritos a dos manos, el cine, el amor, la vida y el dolor…

 

 

 

 

 

Los esclavos

angel_negroTenía cuatro años cuando los vi llegar

Arrastrando las cadenas negras de barro

Al atardecer de un lunes en que el barco atracó temprano

Ellos eran los que construirían el tren

Los que venderían charangos de caparazón de puercoespín

Los que comerían esos frijoles renegros de grasa

Con los que jugaría a las escondidas en la niebla del verano

Con sus canciones de pura garganta

Las palmas blancas y color de la aceituna el envés

Algunas veces me cuidaron

Otras veces me salvaron

Siempre el látigo acariciando su espalda

La comida como el descanso y el dormir en tierra para los gusanos

Fueron miles o cien miles

Fueron como dicen Otis Taylor de repente diez millones

Pero se repitieron a lo largo de mi mundo

Ensuciando con su sangre extranjera la paz de las conciencias

Con sus ojos suplicantes lamiendo la libertad al filo de la muerte

Fueron unos cuantos o miles de millones

Los que alimentan los océanos y los fondos de las minas

En tierras donde nunca podrán llegar sus dioses

Sus hijos se asientan en los mismos bancos de huesos de sus antepasados

Los caminos por los cuales dejaron los pulmones

En tierras altas o extravagantes

Se levantan sus trofeos de hombres libres

Que solo saben de eternidad y esperanza

Arrebatada cuando del vientre salieron

No importan como llegaron,

Si con las cadenas al cuello o en los bajos fondos

Cortados de tajo para que nunca descendieran en una mujer

Pero por alguna razón

Sin nombre aún que yo recuerde

Los tengo presentes en su caminar cansino

En los juegos que planteamos al atardecer

Cuando ni ellos ni yo éramos esclavos

Éramos solo gente sonriendo al cielo y en paz.

 

 

La última chance

angel

Tengo la oportunidad de correr tras de ti en la arena

Fundirme contigo en el abrazo primigenio

Tengo el tiempo para cantar en medio de la calle

Esa canción que nunca me abandonó

Saltar en tierra mojada

Volver a jugar con esos mandos viejos

Teñir de blanco mi cara

Recitar el poema de mi hijo en el micrófono virtual de Youtube

Comer esa fruta que no me gusta (mentira me comeré miles de guayabas)

Acostarme por horas vencidas las ganas de trabajar

Ver cómo nuevamente Cantinflas me hace reír

Soñar despierto con la vida que nuestro hijo tendrá (Futbolista quién sabe NO)

Tengo la oportunidad de explorar la piel que te nace

Entre el pecho y el beso

Tengo la oportunidad de correrle a la tristeza

Comiendo un helado de frambuesa J

Puedo componer versos tontos

Lamerte la cara para que pongas cara de asquito

Sentir el agua con colorante

Jugar bolitas en la tierra, componer un cuento, escribir un poema lento

Tengo la última oportunidad, esa chance increíble de amarte como nunca amor de mis contados días, mientras el cáncer avanza y mi piel se desgasta con la felicidad, porque nunca seré tan lúcido como ahora, porque nunca seré tan valiente como ahora, para vivir contigo estos días, meses, de repente años, segundos tal vez, que me regala esta alegoría a la muerte que es la vida, que me regala ese gracioso o alegre Dios que me quiere a su lado sin mediaciones trágicas, solo humanas, sencillas, complejas, como el que tu mismo cuerpo te dé ese ultimátum que para muchos es el final y para mí el comienzo de la mayor aventura, el de tener la última chance de darte el amor condensado de años, centurias milenios de amor que te prometí, en los pocos respiros que me quedan.

Círculo y concéntrico amor

Imagen

Soy el que te asalta en la incertidumbre de la vida para comprobar que aún  estás flotando en mi mente

Con los copos de la nieve cayendo a través del invierno que se vive en la ciudad meridional

En la que avanzamos a tientas hasta encontrarnos y caérsenos las escamas del desamor consentido

Que nos orillaba a no tener más esperanzas que las venas abiertas calentando el aire frío de nuestra desesperanza

La cual vimos un día hecha añicos por el cruel segador de almas que es el cariño que se anida en el espacio entre la razón y la locura

Diagnosticada cuando corríamos entre flechas de desazones y malas expresiones

Calculadas todas a derrotar el sarcasmo propio de los dos

Que se elevaba  cual fénix y nos hacía únicos en el espasmo de la mañana llena de calles extrañas

Circulando en sentido contrario hasta llegar a ese espacio

En el que nos uníamos como un huracán consume la tierra y la marca profundamente

Como cuando la tormenta sacude al mar y lo eleva a niveles de catástrofe para los incautos

Así éramos en la hora del silencio de la ciudad y de mis gritos por darle gracias a los eternos del solsticio por tenerte aferrada a mi pecho

Sin saber que los días de juguetear con las armas que nos dieron los insulsos

Llegarían a acabarse por el prestidigitador que es el Destino

Y la fuerza de las células por renegar de ti y de tu hermosura

Te acompañé cada día, cada segundo en el dolor de conjurarte etérea

Sin darle tregua a la Parca busqué el sanador de quimeras para que te aliente

Para que te salve

Para que te devuelva a mí

Me enfrenté como fiera a los que niegan los milagros

A quienes se amparan en lo sobrenatural de una pócima

A los que no creen en nada ni en ellos mismos

Salí a buscar la cura de tu mal en las selvas de edificios hechos a imagen y semejanza de los dioses alquímicos

Para encontrar que en los socavones donde mueren los niños del carbón se hallaba tu sonrisa

Regresé a tu lado

Cansados de mundo observamos el roció en las ventanas de los hospicios

Caminando entre los soles de mayo convencimos a las madres a ser germen de amor

Pateando estropajos en las salas de los juzgados pudimos sangrarle algo al sistema

Y con su codicia pagamos los bailes que aún atormentan mis pies

Al final contemplé  convertirte en fuego eterno

Durante noches bebí la tierra que te consumía con la esperanza de insuflarte mis culpas por no intentarlo más

Hasta el día en que exorcizado de huesos y cadenas

Salir nuevamente a buscarte en la incertidumbre de la vida para comprobar que aún estas flotando en mi mente…

Sin país al cual volver

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No hay país al cual volver, pequeño

Iremos juntos hacia un nuevo amanecer

Donde las hienas no coman nuestro despojos

Donde los cuervos no nos cieguen a picotazos

Las cenizas de nuestros sueños

Llevadas al viento y en alto

Las calles ensangrentadas por los que tuvieron esperanzas

Nos recuerdan que no hay casa a la cual volver

Los días de caminar en vano

Las largas colas del hambre

Los días de reventar los pies en el granito

Cada una de las bolsas vacías

Los días de morirse en el camino

Cada uno de esos recuerdos irán con nosotros

Pequeño, las nubes se disipan

Te llevaré en mi espalda

Cargaré los huesos de nuestros duelos

Llevaremos paz en el corazón

Intentaremos perdonar

Cada día que pase con la tierra en las manos

Sabremos que sobrevivimos

Que nadie diga que de allí no salió nada bueno

De ese lugar que consumieron los malditos

Que destrozaron los impertérritos

Que violaron los pusilánimes

Que nadie te contradiga cuando digas que amaste ese pueblo

Porque de nuestra sangre se alimentaron los traidores

Pequeño, no hay país al cual volver

Pero saldremos a construir otro

Sobre las cenizas de los campos

Sobre los derrumbes de los edificios

Limpiaremos nuestra frente y nos verán

Sin ataduras

Limpios de muerte y destrucción

Hablando de paz, pequeño

Nos verán como se mira al amanecer

Y veremos de nuevo nuestro país renacer

¡Y llegaremos a casa!, a nuestra casa pequeño…  

Tras la osadía

imagen-angel-guerreroSeca la sangre, cae de las venas

Los metafísicos vuelan tras las legiones

Considerando las flores tibias

Los tallos firmes

Con la cola del inmenso cerillo

Que alumbrando no apaga el haz de luz

Caminan las venas lejos de la batalla

Piedras cayendo del lado justiciero

Y todas las cumbres ganadas con valor

Sobrevolando los buitres del corazón

Cumplen a fervor

Su patriótica misión

Cerumen en la amnistía de la lucha…

¡Los guerreros nunca se rinden sin razón!

Más, la sangre huyendo de la gloria

Y el hambre de creerse Dios

La guerra perpetua de adolescente corazón

¡Y todas las justicias con juicios en el Panteón!

Se queja la flor y el tallo reclama agua

Se fuga la compasión tras la sangre

Refugiándose en algún canto soñador

Anunciando que la batalla

La ganó el que pudo

Y el perdedor solo sabe que perdió

¡Y perdió!, puesto que hay un vencedor

Amortajar, sin miramientos ni heridos

Sin sangre en la faz que comulgue con el perdón

Las tumbas abiertas y ellos cayendo

Bocas cerradas a cañonazos

Madres anónimas rezando

La batalla a punta de lampa y sudor

Ha terminado

Retirándose los buitres a falta de alimentación

Y las flores ya entregadas con devoción

Todo en calma, y, a lo lejos, la risa del vencedor

No queda nada en este ciclo de batalla

Ni ráfagas, ni lamentos

¡Se siente la soledad a todo pulmón!.

Jamás, jamás

angelSoy de ahí

donde se confunde el polvo del camino con la tinta del lapicero de luz en las manos del eterno escribidor que es el universo.

 

y me voy allí

donde descansa tu cuerpo de ninfa eterna de piel y suspiros, blanda y etérea a mis deseos de poseerte en el vuelo de un cometa fugaz.

 

para salir de ti

nacido como soldado con arma de estrellas, que de una vez por todas vaya por las espirales de los infinitos, presto a conquistarte con besos alisios.

 

y volveré ahí

para acunarte con las líneas escritas en el papel cósmico escrito para ti y será, de ahora hasta la eternidad, tu historia propia antes que salgas a buscarme a mi otra vez como siempre y nunca, por los ciclos de los ciclos, por siempre y jamás, jamás…

Un día…

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Un día

No sé cuando

No sé dónde

Lograremos la paz

Porque somos la estirpe sin miedo, aquellos que logramos entrar en las tinieblas a pulso y con conciencia y de ella salimos igual, con la frente llena de cicatrices del tiempo, con los ojos cansados de llorar, con las mejillas sin besos, las espaldas marcadas con el peso de las culpas, las manos ensangrentadas por el daño a los demás, pero con la firme decisión de no mirar atrás, de curar heridas, de pedir disculpas, de no sentirnos menos, de volver a empezar, de caminar libres con el alma llena de alegría por haber sobrevivido a lo que muchos sucumben, a tener fe en las pupilas e irradiar de confianza cada paso, aunque se caiga mil veces nos levantamos mil y una, nos decimos entre nosotros, mientras construimos imperios de abrazos, confederaciones de esfuerzo, metrópolis de confianza y un nuevo universo de posibilidades.

Un día

Eso lo sé

En mis viejos huesos

Caminaremos hacia la verdad, aquella que nos dirá que todo valió la pena: la humillación por los pecados antiguos, el debatir contra los que antes apoyábamos para destruir lo que ahora amamos, las incapacidades de los que quieren que todo sea una utopía de todos contra todos, en una libertad que los ata a sus pasiones más mortíferas, aquellas que también consumimos, seremos rechazados, pero nunca olvidados por aquellos por los que luchamos cada día contra la modorra de horas de desidia en trabajos alimenticios, alimentando las fuerzas con aquellos momentos de felicidad plena, cuando no estamos atados al vicio de morir, cuando miramos un atardecer sin el miedo a la noche, cuando podemos mirar de frente a una botella llena de odios y rencores y en vez de agarrarla como un salvavidas, la miramos con el desdén de quién se sabe victorioso.

Un día

Sin nombre aún

Sin lugar por saber

Leeremos los escritos de tantos para consolarnos en su sabiduría, no con afán de conocerlo todo, sino para empaparnos de aquello que ya sucedió, para decirnos que no estamos solos, que nunca estuvimos solos, que alguien camino a nuestro costado, desviando las balas, cuidando de nuestros pasos, lejos de la parca, porque aún estamos vivos para dar el testimonio de que sí se puede alzarse por encima de la mediocridad de no tender la mano al que lo necesita, de sustraerse cual monstruo en la cueva del olvido para no dar una palabra de aliento, de sentarse a la vera del camino de la felicidad anhelándola a solo dos dedos de tocarla, porque somos valientes y fuertes, abrazados y juntos, unidos y sin freno, alegres y vivaces, vencedores sobre el odio y la derrota nos llamarán por nuestro nombre a la hora de la llamada final y sabrán que somos uno y todos a la vez.

Un día

Amigos

Estaremos juntos en la eternidad

Para contarnos como lo logramos

Para decirnos que estuvimos allí en el campo de batalla

Para consolarnos por los que no lo lograron

Para abrazarnos y por fin

Salir todos juntos

Con la inmensidad de nuestras alas, libres del todo, de esas cadenas, juntos hacia la luz, porque un día, óiganlo bien, un día nos conoceremos y nos sabremos por fin… ¡Hermanos!.